Una de mis heroínas más grandes en la vida es mi mamá: es el tipo de mujer que todo el mundo ama porque esta siempre ayudando a la gente, de una u otra forma.
Uno de los primeros recuerdos que tengo de su gran corazón data de cuando tenia alrededor de 3 o 4 años; antes de que se convirtiera en la mujer respetada e inspiradora que es actualmente.
Ese día en particular, estaba en la oficina de mi mamá y ella necesitaba entregar algunos papeles antes del fin del día (así era la loca burocracia mexicana) de tal forma que teníamos que correr de una oficina a otra en medio de una gran tormenta y cómo su coche estaba en reparación tuvimos que usar transporte público. Lo bueno es que ella traía un paraguas grandísimo y yo llevaba uno de esos impermeables que te cubren todito lo cual me hizo pensar que sería una aventura fantástica porque vería algunos relámpagos y después de todo ninguno de los dos nos ibamos a mojar, ¿cierto?
Poco antes de que llegaramos a la oficina que teníamos que ir había una anciana que estaba completamente mojada a consecuencia de la tormenta. Mi madre se detuvo al lado de la anciana a preguntarle a dónde iba mientras le entregaba a la anciana su hermoso paraguas. En ese punto recuerdo que estaba en shock de ver lo que estaba pasando: ¡mi madre ahora se estaba empapando por lo que estaba haciendo y por si eso no fuera lo suficientemente malo mi madre me decía que me quedara donde estaba mientras paraba un taxi y le daba dinero a la anciana para pagarlo. ¡Pensé que se había vuelto loca o algo así!
Recuerdo que la anciana empezó a llorar durante su conversación y besó a mi madre con mucho amor mientras su voz entrecortada llenaba el aire con bendiciones para mi madre. Yo simplemente no sabía qué hacer pero cuando mi madre tomó mi mano de nuevo me di cuenta que también había lagrimas en sus ojos. Todavía desconcertado le pregunté por qué había hecho eso y le dije que estaba toda mojada (como si no se hubiera dado cuenta todavía) y le dije que probablemente se enfermaría; también le pregunté si conocía a esa persona. Ella respondió calmadamente que no conocía a la anciana y que lo había hecho porque era lo correcto; que no debía preocuparme porque ella era joven y fuerte, a diferencia de la anciana que recién había ayudado.
Añadió, «imagínate que esa anciana fuera tu abuela, ¿no te gustaría que alguien más le ayudara si se encontrara en la misma situación?. De inmediato respondí «¡Claro!»; mi abuela era una de mis personas favoritas en el mundo así que no tenía que pensar dos veces al respecto. Luego mi madre dijo: «Entonces ahora entiendes por qué lo hice; vamos a entregar estos papeles». Supongo que imaginar en la misma situación a una persona que amas le ayuda, incluso a un niño pequeño, a darse cuenta de lo que pasó y desde aquella explicación todo quedó claro para mí y me sentí muy dichoso de haberlo experimentado. Cuando la gente, incluso mi familia, le preguntó a mi madre qué le había pasado (su vestido, zapatos y maquillaje estaban arruinados), ella sólo mencionó que le dio su paraguas a una pobre anciana. Ni siquiera mencionó que le dio todo el dinero que traía (sé que lo hizo porque cuando llegamos a casa hizo que el taxi esperara mientras iba por dinero a la casa para pagarle).
Como puedes ver, recuerdo cada parte de esa experiencia como si hubiera pasado hoy. Aun cuando mi madre le restó importancia a lo que hizo, como lo hacemos todos los que hacemos algo bueno por alguien más sin importar cuán heroíco sea. Esa interacción fue clave en mi desarrollo ya que experimenté en carne propia el valor e importancia de la compasión y el altruismo. ¡Me hizo sentir que era uno de los niños más suertudos de la Tierra ya que mi madre era un ángel! De hecho, como dato chistoso, cuando era bebé mi madre fue escogida para ser María y yo el bebé Jesús en la representación de la Navidad de la delegación donde vivíamos. Sé que no tiene nada que ver con el artículo pero las fotos que me enseñaron cuando crecí vinieron a mi mente cuando escribía esto.
Este no es el último, o único, ejemplo altruista que mi madre me dio y creo que mi punto aquí es que todos podemos hacer grandes cosas. Incluso aunque algo parezca pequeño para nosotros, para la otra persona (o ser, en caso que el receptor sea un animal) puede significar el mundo entero. Si, por ejemplo, no tenemos dinero pero vemos a una persona hambrienta podemos compartir un pedazo de nuestro sandwich. O como en la historia anterior, si vemos una persona vieja y frágil empapada por la lluvia y tenemos un paraguas (y nosotros somos jovenes y fuertes), ¿qué nos detiene en darle nuestro paraguas a esa persona?; ¿el precio del paraguas?; ¿el miedo de estropearnos nuestros zapatos sofisticados y caros?; o ¿acaso la verguenza de arruinar nuestro maquillaje? Lo he visto con mis propios ojos y ninguna de las posibles excusas que tengamos pueden compararse con la luz de esperanza y amor que proviene de los ojos de la persona que ayudemos.
Todos tenemos madre, hermanas, primas, padres, hermanos, novio o novia. ¡Incluso algunos ya tienen hijos, hijas, esposos, esposas y mascotas! De tal forma que cuando tengas la oportunidad de iluminar el día de otro ser ¡tan solo hazlo!, date la oportunidad porque quiza alguno de tus seres queridos necesite ayuda al mismo tiempo en alguna otra parte del mundo y estoy seguro que te gustaría que alguien más les brindara ayuda, ¿no?
A cualquier lugar que voy, dónde conozcan a mi madre, puedo estar seguro que todas las puertas se abrirán si menciono su nombre. Para mí es una prueba irrefutable que todo se te regresa (o a los tuyos). En otras palabras, eso para mí significa que en verdad el
Karma existe y es completamente real. Entonces ¡haz el bien, ya que tú, o las personas que amas, lo recibirán de regreso!
PD: Hoy es día de las madres en México así que feliz día de las madres a todas las mamás del mundo; incluída, por supuesto, la mía:
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¡Te amo mamá! |
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