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Hace unos meses tuve una conversación filosófica con algunos amigos que argumentaban que la naturaleza humana es mala.
Esta fue mi reacción y quisiera compartirla con ustedes:
Sinceramente dudo que la naturaleza humana sea mala, de hecho justo lo contrario ya que hay muchos factores que indican que los humanos per se se inclinan hacia el bien. No obstante, el sistema educativo convencional que prevalece desde hace mucho tiempo, incita a la humanidad a competir, en lugar de cooperar.
Se nos ha hecho creer que vivimos en una «jungla de asfalto» y que si el prójimo es «mejor» que tú entonces te comerán vivo en la carrera hacia el «éxito».
La mayoría de la gente no se ha dado cuenta, todavía, que nos han puesto los unos contra los otros porque el miedo a nuestros semejantes es uno de los pilares del modelo socio-económico en el que vivimos y el cual sólo beneficia a unos cuantos.
La verdadera revolución, aquella que producirá un sistema político y socio-económico justo, humano (y fraternal), será una revolución educativa. No vendrá de una revolución armada o de ninguna confrontación física. Esa revolución, mis queridos jefes de familia (los amigos con los que hablaba ya son padres) empieza con el individuo y en cómo, cuándo y dónde educan a sus hijos. Necesitamos comenzar a enseñarles a ser compasivos, a amarse y amar al prójimo (incondicionalmente), a ser caritativos, a cooperar y el sentido de corresponsabilidad (que somos responsables los unos de los otros y viceversa).
Los seres humanos estamos en desarrollo permanentemente. Nuestras personalidades, costumbres y hábitos se forman y como tal pueden cambiar con el tiempo. Todo en esta vida cambia, muta, se ajusta, se adapta, porque la vida es cambio. La sociedad y los individuos se forman y adaptan los unos a los otros por eso podemos decir sin temor a equivocarnos que depende del individuo mover la balanza hacia el bien o el mal. Por lo tanto, el cambio y la realidad en la que vivimos es una responsabilidad personal e intransferible.
En el momento en que nos hagamos completamente responsables de nuestras acciones y asumamos por completo nuestro rol como agentes de cambio en lugar de delegar nuestras obligaciones y responsabilidades a nuestro gobierno, al sistema, o a Dios, en ese momento trascenderemos y prosperaremos en todas las formas posibles. Como individuos y como humanidad.
En aquellas fechas tomé un taller con la hermana Cyril Mooney (en inglés) (da click a su nombre para obtener más información acerca de ella y su trabajo). Ella es una de las pioneras en educación incluyente, basada en valores y desde que la conocí hace unos tres años me impactó su metodología ya que se concentra en la cooperación (amor) en lugar de la competencia contra otros (avaricia). Es un acercamiento bastante interesante ya que anima a la gente a dar en lugar de tomar; por lo tanto la competencia es con uno mismo y como tal te orilla a explorar y fortalecer tus fortalezas y a reconocer los dones y habilidades de otros. Con esta mentalidad te sientes más fuerte y más feliz ya que sabes que estás haciendo tu mejor esfuerzo para preservar este ambiente comprensivo y solidario en lugar de sentirte solo, deprimido o insatisfecho a consecuencia de vivir en una comunidad avara y a la que poco le importas. Sientes que perteneces, que eres valioso e importante, incluso si no eres el mejor en todo.
Vamos a publicar más respecto a esta experiencia ya que nos da muchísimo gusto contribuir a que esta bella metodología llegue a la mayor cantidad de gente posible. Mientras tanto, por favor comparte tu opinión y si quieres contribuir de alguna manera al trabajo de la hermana Cyril, o de Sum Mundus, contáctanos a través de nuestra página de Facebook o por email. Nos gustaría traer a Cyril a México, y a América Latina, lo más pronto posible así que si después de ver el video te mueve tanto como a nosotros únete al esfuerzo.
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